JUEVES 13
De pronto la guerra decae en el gusto popular. El rating,
las ventas…
Sin hundimientos rimbombantes desde el Belgrano y el
Sheffield, los ataques aéreos y el bombardeo naval a las Islas se han vuelto
una rutina despreciable. Informes de la BBC que niega Radio Nacional. Todos esconden sus muertos.
Gente se queda porque tiene más presupuesto, pero Somos
decide levantar a sus corresponsales. El próximo número ya no estará dedicado
por entero a la guerra. Vuelven las imperdibles secciones de Vida Moderna,
Deportes y Artes y espectáculos.
Por la mañana me autorizan el regreso y empiezo a
intentarlo. Ya no hay vuelos comerciales, pero hago fácil. Más rápido y gratis.
Hablo con el capitán Dabini, jefe de la Base Aeronaval, que
ansioso por librarse de todos nosotros, ahí nomás me mete en un Fokker de
la Armada que esa misma noche aterriza en Ezeiza.
Todo es tan rápido que resulta brutal.
Duermo durante el vuelo y despierto de golpe en otro país.
Ezeiza, las luces de la autopista, las luces de los
carteles, todas las luces de la ciudad, los restaurantes llenos, la tele con su
programación habitual, la cola de los los cines, la guerra que se aleja y el Mundial
que se acerca.
A poco de llegar comprendo mi error: no volví a Buenos
Aires, me fui de Grande.
Y ya me quiero volver.
Foto: Puerto Argentino, mayo del 82.
Foto: Puerto Argentino, mayo del 82.
La familia, los amigos, los vecinos, todos me tratan como a
un héroe que ha vuelto del frente. Estuve donde nadie estuvo. Algunos me
preguntan de todo, otros me explican de todo.
En la redacción no me reciben como a un héroe, en cambio.
Por las dudas me la crea, lo primero que hacen es mandarme a refritar un cable
como un aspirante a prueba. No me importa. Ni esa redacción es la que yo dejé,
ni yo ya soy el que se fue. Belicistas y pacifistas, halcones y palomas,
fuertes discusiones y altos delirios. Estrategias diplomáticas y militares.
Acuerdos internacionales, misiles aire-tierra, tierra-tierra, condiciones
climáticas, secretos de inteligencia… quien más quien menos, allí nadie ignora
nada.
Todos se desbarrancan por un desfiladero moral muy angosto.
Todo cambió de lugar demasiado rápido. Los enemigos de ayer ahora son amigos, y viceversa. De
pronto Reagan es malo, y Castro bueno ¿Qué pasó aquí? Hasta Somos reconoce el
sueño de La Patria Grande y las miserias del imperio. Todo se dio vuelta, y en
esa confusión, ya nadie es quien era ni nada es lo que fue. Yo tampoco.
Por las calles la vida sigue como si nada. En los kioscos
Margaret Thatcher con un parche en un ojo convive con Diego Maradona, que ahora
debuta en el Mundial de España. La victoria es nuestra. La guerra se reduce a
los noticieros que apestan a pólvora y carne quemada justo a la hora de comer.
En un ataque nocturno a la isla Borbón, aviones ingleses
destruyen 11 aeronaves argentinas.
“Pa´que vean lo que es esto/ pa´que vean lo que es esto/ Si
nos tiran con cañones/ Les tiramos con impuestos”, canta la hinchada de San
Lorenzo.
En algún lugar de la ciudad Charly García escribe “No
bombardeen Buenos Aires”.
Foto: revistas Tal Cual y El Porteño... que nadie se haga el fino.
El día dura casi tanto como la noche.
No hay oscurecimientos ni toques de queda.
No hay alertas rojas ni amarillas.
Ni la cajera del supermercado, ni el pibe del kiosco, ni el
mozo del bar. Nadie tiene un primo, un marido, un hermano en el frente.
Los cazas no rompen el cielo a ninguna hora. Tal vez ni
siquiera podríamos oírlos en el estrépito de la ciudad.
No hay guerra.
La guerra es “allá”, me dicen, “en el sur”… “en las Islas”.
Foto: Buenos Aires, 1982. El Rosedal. Más de 3000 km del frente.
DOMINGO 16
Sin pensarlo más le digo a mi jefe que si hay que volver a
Grande, cuente conmigo.
El buque mercante Río Carcarañá es hundido por la aviación
británica.
El bombardeo naval y los ataques aéreos sobre las Islas se
intensifican intermitentes, pero constantes. La Flota Británica ya se despliega hacia el oeste del archipiélago.
Las mediaciones de paz se agotan, el conflicto recrudece,
está claro, o Somos no retomaría la cobertura del Frente Sur. Volvemos.
Como aquél 9 de abril cuando yo me creía Hemingway rumbo al
frente de Madrid, salimos de Aeroparque en el primer avión de la mañana, y otra
vez somos tres los enviados. Héctor Alí quedará en Comodoro, el Pupi Jorge
Alurralde en Gallegos, y yo vuelvo a Grande. La historia se repite, pero ya
nada es igual.
No sólo en Tierra del Fuego se suspendieron los vuelos
comerciales. Todos los aeropuertos del litoral atlántico fueron cerrados desde
Trelew a Ushuaia.
Tendré que bajar por tierra desde Trelew a Grande.
Todo el Frente Sur, paso a paso, metro a metro, en plena guerra...
Y en algún momento, claro, cruzar como sea el Estrecho de
Magallanes.
Me espera un largo viaje, y al final la derrota.
Foto: Buque ELMA Río Carcarañá, hundido.
* * *
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