Viernes
por fin. Y no.
Ya no
habrá viernes, domingos ni feriados.
Se
fracturó la lógica.
Me
despierto y como todos los días enciendo la radio clavada en Rivadavia. Pero
hoy no está Héctor Larrea. Se oye una marcha militar. Conozco ese ruido. Pero
no lo puedo creer. Recuerdo a Ramos. El Colorado no estaba loco.
Me
ducho y corro. Es la hora de siempre, pero a cincuenta cuadras de la redacción
puedo escuchar las puteadas de los jefes porque no estoy ahí ya.
La
calle, la gente y los autos, bocinazos patrióticos y banderas en los balcones.
No puede ser, pero es. Lo veo.
Corro
hacia la redacción, mientras por dentro me digo: tengo que llegar a Malvinas…
Pero
llego a Somos y reboto de una patada rumbo a la Plaza de Mayo.
Allí ya
está Miguel Wiñazki, nos encontramos bajo el balcón al que en un rato asomará
Galtieri para quedar atrapado en su propio delirio.
La
gente llega, la multitud se espesa en individuos. Todos festejan. Viva la
Patria. Las Malvinas son argentinas. Ahora sí.
Un
colimba azorado es alzado por un grupo de hombres que lo vivan como a un héroe. De
pronto cualquier uniforme merece el aplauso.
Con las
horas la Plaza desborda, llegan más, llegan todos. Los ricos y los pobres, los
negros y los blancos, los buenos y los malos, los unos y los otros y un solo
corazón: las Malvinas son argentinas. Yo los vi, yo estaba ahí. No sé si
quieren la guerra o ni siquiera pueden concebirla, pero en tal caso parece que eso no importa.
Pasado
el mediodía Galtieri asoma al balcón. Una ovación sucia de puteadas y chiflidos,
pero las Malvinas son argentinas. Ahora sí. Todos estamos por fin de acuerdo.
Los buenos y los malos, el dictador y su pueblo.
-- Se
fracturó la lógica –me dice Miguel.
Y sí.
Tardaré
años en comprender lo que me dice, pero sí. Se fracturó la lógica, la sucesión
de los hechos que encadenan la historia. Esto no es un antes y un después. Esto
es un antes, un vacío, una cifra neutra vibrando en cero, y después un después.
Empezaba
la guerra.
Foto: L. Galtieri en el balcón de la Casa Rosada, 2/4/82. Autor: Víctor Bugge.
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